La corrección de errores como instrumento didáctico
Por Rosa Ribas y Alessandra d’Aquino *
La corrección de errores suele verse asociada a la sensación de frustración.
Los maestros dedicamos mucho tiempo y esfuerzo a la corrección de los errores en las tareas y escritos de los alumnos. Para muchos, es algo que hay que hacer porque, de lo contrario, no se cumple con las funciones docentes.
Partimos de la convicción de que la corrección es una actividad útil en el aula, pero con demasiada frecuencia se lleva a cabo mal, de una forma rutinaria y poco coherente con los objetivos didácticos.
Las consecuencias son, por un lado, la frustración perenne de los docentes, la sensación de que por más y más que corrigen, siempre se repiten los mismos errores; por otro lado, nos encontramos con el miedo al error que experimentan tantos alumnos, que les impide hablar, o la sensación de fracaso cuando se les devuelve un texto con tachas o marcado en rojo.
En realidad, buena parte de la sensación de inutilidad que la corrección deja en los docentes, que sienten que sus correcciones no tienen efecto, deriva de la falsa creencia de que una vez constatada la presencia de un error y reparado este, se ha producido un aprendizaje. Esta expectativa implica una concepción muy simplista del proceso de aprendizaje, como si bastara con tomar conciencia de algo para aprenderlo. Sin embargo, los procesos de aprendizaje son mucho más complejos.
La corrección debe ser entendida como un instrumento para potenciar procesos, un modo de proporcionar una retroalimentación, pero no funciona automáticamente; la corrección es un medio para que el alumno vuelva a reflexionar sobre sus errores y perfeccione su producción con la ayuda del docente.
Aspectos importantes para llevar a cabo una buena corrección; es decir, una corrección que sirva tanto al alumno como al docente:
- La corrección debe ser clara, no ambigua.
- La corrección no es un castigo.
- La corrección no debe poner en evidencia al alumno delante de otras personas.
- La corrección debe estar regida por reglas de cortesía.