DÍA DEL MAESTRO: 15 de mayo 2016
Como profesor, uno suele preguntarse: ¿qué me motivó a dedicar mi vida a la profesión magisterial?
¿Qué pasó en nuestras vidas para que optáramos por la vocación docente? Me lo he preguntado, y lo he preguntado a otros compañeros.
Con matices de diferente color, muchos coincidimos en una misma respuesta: Somos maestros porque nos impactó la presencia de un maestro cuando fuimos alumnos de primaria o de secundaria.
En la memoria quedó grabada la imagen de un buen maestro. Nos impresionó su personalidad, nos agradó su presencia, nos impactaron sus palabras.
Además de su presencia personal, una persona impacta por el uso que hace de la palabra. La palabra es la tarjeta de presentación de un maestro. La claridad del lenguaje, su voz, la manera en que enseña a los alumnos a leer y a escribir, a comunicarse con el mundo.
En la memoria de cada maestro, está la imagen de una maestra o de un maestro que le enseñó a comprender el presente y a relacionarse con los otros. Nos cautivó su liderazgo, la manera como se desempeñaba en la clase, su afán de enseñarnos a valorar la vida y a desarrollar nuestra inteligencia.
Nos cautivó su autoridad moral, su afán de tratarnos como personas pensantes.
Me cautiva una frase que expresa lo que siento de los maestros. Me refiero a la frase de David Olson al recordar a su maestro Jerónimo Bruner: “Bruner nos trataba a todos como seres pensantes y conseguía que termináramos siéndolo”.
Uno siempre se acuerda de aquel maestro que alguna vez nos dedicó una palabra alentadora, que se refería a uno por su nombre, que nos dio alguna vez una palmada de aprecio en el hombro. Esos maestros nos contagiaron de humanidad.
En muchos sentidos, los maestros somos herederos de nuestros maestros de antaño.
Los tiempos han cambiado. La mejor manera de honrar a nuestros maestros de antaño consiste en rescatar lo valioso de la educación tradicional, pero también consiste en actualizar nuestras concepciones de enseñanza y aprendizaje de acuerdo a las innovaciones pedagógicas de nuestro momento histórico. Ahora nos toca ser coherentes con los adelantos logrados por la pedagogía constructivista y las Tecnologías de la Información y Comunicación del siglo XXI.
La doctora Emilia Ferreiro nos advierte: “El maestro no puede ser un burócrata, debe ser un profesional”.
Los maestros somos personas que vivimos las mismas circunstancias que vive la sociedad de nuestros días. Los maestros también padecemos problemas de salud y problemas de toda índole, sin embargo entramos al aula con vocación.
El maestro hace proezas para subsistir ante unas autoridades dispuestas a condenar a aquéllos que no logran milagros en su escuela.
Con motivo del Día del Maestro, escucharemos la retórica de “reconocimiento a la mística magisterial”, y una palabra que no faltará en tales discursos: “apostolado”, “el apostolado del maestro”.
Un 15 de mayo es un día obligado a escuchar discursos de funcionarios políticos, de líderes sindicales con décadas de no pisar un aula, una retórica reiterativa en todo su esplendor, y, una vez pasada la fecha, los otros días del año escolar, ¿habrá reconocimientos por el trabajo cotidiano del maestro?
Los maestros debemos sentir que sí…
Habrá reconocimientos; los habrá en el aprendizaje de los alumnos.
¡Cada alumno que aprende representa un reconocimiento!
¡ El aprendizaje de los alumnos es la mejor fuente de confianza y alegría!
¡Feliz Día del Maestro!