Por Guillermo Núñez Jáuregui*
Ilustración: Kathia Recio
(fragmento)
En tiempos en que reinan la imagen y la red social, al escritor ya no le exigimos que escriba, sino que hable y hable. Vaya desgracia.
Me invitan a que hable de un libro o que discuta alguna idea; cosa que me obliga, a veces, a leer libros y luego a pensar en algo que pueda decir en público sin avergonzarme.
En realidad, que los escritores escriban cada vez menos y hablen cada vez más es un síntoma de la época. Parecía sólo un capítulo más en el prolongado coqueteo entre los escritores y las artes escénicas, pero en realidad ¡es una auténtica crisis! Del escritor ya no se espera que escriba literatura, o que solamente haga eso: también se le pide que opine en columnas, que administre una cuenta de Instagram, otra de Twitter, y un muro de Facebook. ¿TikTok? Venga. Si pudiera ser guapo y aparecer en la televisión, genial. Si no es guapo, pues en la radio. Y si no habla bien, algo (cualquier cosa) se le podrá exprimir durante los dos minutos que dure su video en YouTube, ¿no es cierto? Algún gesto, alguna broma, se le rellena con animación, qué más da. Con tanto trabajo para el escritor (aunque mal remunerado) lo que sale sobrando es escribir literatura.
Y da igual: ya nadie lee literatura. En nuestro ecosistema cultural se consume diseño, se asiste a inauguraciones de exposiciones, se opina sobre libros a partir de comunicados de prensa, sobre series de televisión, sobre películas, a veces se repiten opiniones sobre política; pero lo que se dice leer literatura, pues ya no tanto. Además ya se escribió mucha, igual y no hace falta nueva literatura. Lo que sí hace falta es con qué entretener a la gente, y como los comediantes cobran, igual que los conferencistas (¿no es lo mismo?), pues ahí están los escritores. ¿Qué diferencia hay entre un comediante y un escritor? Que unos cobran y hacen reír, y los otros no cobran, pero lo hacen de buena gana, ¡riendo! ¿Pero por qué se alegran los escritores? ¿Por hablar en público? Pues sí, por haber sido tomados en cuenta. Supongo que aquí opera la misma confusión que hace que el público esté más dispuesto a escuchar que a leer a un escritor: se toma por sentado que la palabra literaria y la palabra que comunica (con la que se dicen cosas en público) es la misma. Puesto en la lengua prístina de nuestra época: sale más barato (en tiempo y en dinero) escuchar a un escritor (en la radio, en un centro cultural, en una “cápsula”) que leerlo.
…el escritor encima es profesor o crítico o periodista cultural y, por lo tanto, debe, además de escribir, opinar, compartir su columna, participar en ferias, dar clases, dar talleres, y abrir la boca.
*Revista Nexos. 24 septiembre 2019
https://cultura.nexos.com.mx/?author_name=guillermo-nunez-jauregui
Profe saludos… ya no enviará materiales de sus libros a su blog? Ya no trabaja para trillas? Nos ha e falta su guia.
El mar., 24 de septiembre de 2019 08:38, Humberto Cueva – Blog de Maestros
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Estimada Lidia Patricia:
Respondo con si a tus preguntas.Enviaré materiales de mis libros al blog y seguimos en Trillas. Estamos trabajando en la Guía. Estaremos en comunicación. Saludos cordiales.
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Guillermo es un placer leerlo, pero si es. Erdad, ahora los escritores deben dominar las redes y ser excelentes oradores porque deben enamorar a aquel publico que le espanta tomar un libro porque no sabe que el ser deborado por las,letras de un escritor es una experiencia unica.
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Ale. Gracias por tus palabras. Saludos cordiales.
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