La violencia en la escuela comienza como una broma inocente, un hecho que puede causar un momento de risa entre compañeros; poner un sobrenombre, mofarse de la apariencia física, agredir corporal y verbalmente se volvieron prácticas constantes en los salones de clase.
Aunque podría pensarse que esos actos quedaron atrás porque ahora la enseñanza se imparte a distancia, lo cierto es que prevalecen a través de los medios digitales, donde el ciberacoso adquirió mayor importancia. De acuerdo con datos arrojados en 2019 por la OCDE, en materia de bullying en educación básica nuestro país ocupa el primer lugar a nivel internacional, es decir, más de 18 millones de estudiantes de primaria y secundaria sufrieron violencia escolar. “El acoso escolar o bullying es un comportamiento deliberado y repetido en el tiempo para dañar a otra persona y ocurre en un contexto interpersonal, involucrando un desequilibrio de fuerza o poder. Se puede iniciar como un incidente en el aula o espacio escolar y la víctima comienza a ser objeto de burlas, apodos, exclusión social y frecuentemente de violencia física”, afirma Milagros Figueroa Campos, académica de la Facultad de Psicología de la UNAM. El acoso escolar se presenta con mayor incidencia entre preadolescentes y adolescentes, es decir, entre los 11 y 15 años de edad. A consecuencia de este fenómeno las víctimas podrían empezar a desarrollar reacciones de tipo psicológico (ansiedad, insomnio, llanto, tristeza); psicosomáticas (dolores de cabeza o de estómago) y escolares (bajo rendimiento y ausentismo). En internet o en redes sociodigitales los jóvenes son intimidados, se publican sus fotografías que incluso ignoraban que se las habían tomado, o escriben mensajes denigrantes, situación que los obliga a cambiar el número de su celular o cuentas en las plataformas virtuales. “Lo que se ha encontrado en el ciberacoso es que existen muchas humillaciones, violencia de tipo sexual derivada del género, burlas hacia el aspecto físico, la gente se reúne para generar chismes de otras personas a través de las redes sociodigitales, y genera información falsa sobre otra persona; comienzan a atacarla en cuanto a su prestigio y todo esto va haciendo que las víctimas tengan realmente episodios de estrés agudo, de mucha ansiedad y falta de sueño”, argumenta. Figueroa Campos explica que un rasgo del perfil de un agresor es que no se identifica así mismo como tal, a pesar de que los demás lo ubican así; para él su conducta es normal, porque es “una broma” o “así se lleva” con ciertas personas. Son individuos que crecen generalmente en ambientes donde la violencia se vive como algo “normal”, por lo que son impulsivos, impacientes y aprendieron a ganarse algo peleando o demostrando superioridad. También se encontró que algunos agresores pueden detectar a sus posibles víctimas: individuos tímidos, aislados socialmente, sumisos, o bien, con alguna “diferencia” que puede ser étnica, discapacidad física, escolar, entre otras características. La no violencia “La convivencia, siempre a través del tiempo, ha implicado violencia, una que algunos suelen calificar como necesaria cuando se lucha por los derechos humanos, una ideología de emancipación o por salvar a un ser humano. Es importante reconocer que la violencia siempre tiene el mismo significado, aunque sus expresiones son distintas”, asegura Nelia Tello Peón, académica de la Escuela Nacional de Trabajo Social de la UNAM. Para referirse al concepto de “violencia”, cita a la filósofa universitaria Juliana González quien asegura que es como una fuerza que impone, que destruye, que arrasa a lo humano y a la posibilidad de ser. “En el momento que comenzamos a dar clase de manera virtual surgió una nueva problemática, porque esta modalidad implica una organización social distinta que también tenemos que aprender a manejarla. Al hablar de violencia escolar generalmente se habla de agresión entre estudiantes y poco de la relación de maestro-alumno, en la que también se llega a dar maltrato por ambas partes”, asevera. Acciones contra la violencia Milagros Figueroa Campos destaca que para evitar el acoso escolar es importante que los padres de familia estén cercanos a sus hijos. En estos momentos de pandemia existe esta posibilidad y, sobre todo, de buscar oportunidades para comunicarse y relacionarse entre los miembros de la familia. “Hablar de una comunicación entre padres e hijos no se trata de interrogarlos, sino de una charla cotidiana y amena en la que los adultos escuchen a sus hijos sobre lo que sienten, sus intereses, motivos, dudas, preocupaciones y lo que piensan. Es fundamental abrir espacios de comunicación en casa y en la parte escolar también, de tal manera que se dé una mejor convivencia entre niños, jóvenes y adultos”, sostiene. La celebración De acuerdo con el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), a partir de 1964 el Día Escolar de la Paz y la No violencia se celebra el 30 de enero de cada año, ya que se relaciona con el aniversario de la muerte de Mahatma Gandhi (India, 1869-1948), líder pacifista que defendió y promovió la no violencia y la resistencia pacífica frente a la injusticia. Fuente: UNAM La entrada De la violencia en el aula a la agresión cibernética apareció primero en Profelandia.com. |
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